DANIEL KNOWLES. Corresponsal en el Medio Oeste de The Economist, cubre historias en toda la región, pero está especialmente interesado en el gobierno urbano, el crimen, el cambio social y el transporte. Estudió Historia y Economía en Pembroke College de la Universidad de Oxford. Anteriormente trabajó en la Oficina de Asuntos Exteriores en Londres, como corresponsal internacional, donde cubrió historias sobre conflictos, corrupción y fracaso del Estado. También dirigió las oficinas del periódico en Bombay y Nairobi y trabajó como reportero político en la oficina de Washington D.C. Ha cubierto todo tipo de acontecimientos, desde las guerras en Sudán del Sur y Afganistán hasta el tráfico de drogas en Colombia y la creciente sobriedad de los adolescentes modernos en el mundo rico, pero prefiere escribir sobre ciudades, transporte y transformación social. Vive en Chicago, donde se mueve en bicicleta y usa el transporte público. Originario del Reino Unido, ha viajado por todo el mundo como reportero, por lo que ha podido saber cómo se mueve la gente por las ciudades. Su principal conclusión es que debemos reducir nuestra dependencia de los automóviles. A raíz de la publicación de su libro creó como forma de promoción y de debate del propio libro una newsletter en Substack, «Notas sobre Carmageddon», donde documenta de forma regular su guerra cotidiana contra la dependencia del automóvil, además de escribir sobre políticas urbanas en general.
CARMAGEDDON (AUTOCALIPSIS) Cómo nos perjudican los automóviles y qué podemos hacer al respecto
El automóvil fue uno de los inventos más milagrosos del siglo XX. Prometía libertad, estilo y utilidad. Pero a veces, en lugar de mejorar nuestras vidas, la tecnología simplemente empeora las cosas. Durante el siglo pasado los automóviles llenaron el aire de contaminantes tóxicos y alimentaron el cambio climático. Los automóviles han robado el espacio público y han hecho que nuestras ciudades sean más feas, más sucias, menos útiles y más desiguales. Los coches han causado decenas de millones de muertos y heridos. Nos han hecho perder nuestro tiempo y nuestro dinero. Knowles describe el auge del automóvil y los costos que todos asumimos como resultado de ello, rastrea las fuerzas y decisiones que normalizaron los automóviles y consolidaron nuestra dependencia de ellos y nos muestra las formas en que el uso del automóvil ha impactado en la vida de las personas: desde Nairobi, donde pocas personas poseen un automóvil pero la ciudad todavía está envuelta en smog, hasta Houston, donde la autopista Katy Freeway tiene unos apabullantes veintiséis carriles y hay treinta plazas de aparcamiento para cada residente, terreno suficiente para ocupar París diez veces. Pero también revela otras formas mejores de vivir, analizando ciudades como Ámsterdam, Copenhague, Tokio y Nueva York.



